RELATOS DE UNA PROVINCIANA (III) - Fin de la Trilogía
- La Piba Blog
- 20 may 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 25 may 2020

¡Hola!
Hoy le pondremos fin a este relato, porque no me quisiera ponerme pesada y tampoco aburrirte (y sobre todo pa’ que no dejes de seguirme, pues), además tengo tantas cosas que contar, que no se me hace justo extender más tiempo esto.
Entonces, les había dicho que por fin la oportunidad de vivir en Lima había llegado. Desde un primer momento me pareció que las cosas marcharían bien. Como era nueva en la ciudad, mis padres y yo decidimos que sería bueno pasar una temporada (al menos medio año) viviendo en la casa de una prima “cercana”. Hasta ahora no sé en qué momento me convencieron de aceptar esa idea, cuando claramente y desde un principio el mudarme de ciudad era por mi necesidad de encontrar independencia y hasta cierto punto gozar de mi soledad. Pero por favor no me malinterpreten, sin duda tener ese “soporte” de cierto modo ayudó (y digo “soporte” porque yo creo que cuando alguien no te quiere dar la mano desde el principio y luego solo lo hace por compromiso, entonces la ayuda no es realmente sincera).
Como era de esperarse, solo duré dos meses viviendo con la familia de mi prima. Claramente no encajaba en ese lugar, cada uno tenía sus costumbres y su manera de ver el mundo. Eran muy celosos de su espacio privado como familia y eso era entendible pues de pronto una extraña llega y entonces pretender que la rutina siga siendo la misma era prácticamente imposible. Por mi parte, obviamente, me sentía bastante incómoda con toda esta situación y pasé varios días lidiando con circunstancias que nunca había tenido que soportar en mi familia, pero claro estas personas “no eran mi familia” (me refiero a mis padres y hermana).
Si has decidido mudarte de ciudad y estas pensando:“Yo tengo un familiar que vive en el lugar al que voy, seguramente me apoyará y podré vivir ahí", déjame decirte que seguramente sí lo hará y al principio te puede parecer la mejor opción porque te ahorrarás algunos soles, te sentirás acompañada pero claro tendrás que aportar y colaborar en los gastos y el mantenimiento de la casa (ya sabes, en esta vida nada es gratis), además deberás ser respetuosa(o) de las normas que rigen en ese hogar. Si llegan a un buen acuerdo desde el principio puede que todo marche en orden (...y entonces te pido que me cuentes cómo te va o como te fue para saber porque mi experiencia viviendo con familiares no funcionó). Ahora, desde mi punto de vista y teniendo en cuenta mis vivencias, yo recomiendo que lo mejor es buscar tu propio espacio, un lugar que sea completamente tuyo donde puedas reír a carcajadas, llorar con rabia, bailar desenfrenadamente, leer en el silencio de tu habitación, cocinar y quemar tus frijoles, desvelarte mirando series o películas, cantar a viva voz los éxitos de cantante o grupo favorito, pintar y terminar más coloreada que tu misma obra de arte… aquí la buena noticia es que todo eso lo puedes hacer sin tener la preocupación de que al voltear te encontrarás con esas miradas que te reprochan tanto desmadre, porque ese será tu desmadre y te sentirás a gusto, y te sentirás bien.
Puedo luchar contra todo, menos contra mi esencia y a esta no la iba a reprimir por un grupo de personas que finalmente siguen siendo extrañas para mi.
Como ya se los había comentado, tengo unos padres que siempre han escuchado cuando alzo la voz y entendieron perfectamente como me estaba sintiendo. Mamá viajó a mi encuentro y me ayudó en la búsqueda para encontrar el lugar perfecto. Un lugar que se convirtió en mi casa, en el que podía estar de cabeza pero sin dejar de ser feliz y estar paz. Un espacio pequeño pero con lugar suficiente para un dormitorio-sala, cocina-lavandería y baño (ufff… para que más). La pieza era perfecta, teniendo en cuenta que era solo para mi, la renta ni que decir, la ubicación céntrica con varios negocios de todo tipo y varios puntos de acceso a diferentes medios de transporte. Aún siendo un espacio relativamente pequeño, este se dio el lujo de recibir a mi familia completa en algún momento (además solo somos 4).
Por otro lado, mi primer trabajo en la gran ciudad tampoco venía nada mal. Una empresa importante a nivel nacional y que ahora ha logrado presencia a nivel internacional fue la primera en adoptarme. Esta compañía perteneciente a uno de los rubros de negocio más importante del país y me ayudó ingresar a un círculo de trabajo en el que todos conocen a todos. La experiencia de trabajo en aquel lugar fue totalmente distinta a todo lo que yo venía haciendo. Sabía que en Lima la mayoría de trabajos se caracteriza por la rapidez con la que debes actuar y responder ante diferentes situaciones y fue aquí donde por fin escuché la famosa frase: “Esto debe estar listo para ayer”. Tener la oportunidad de trabajar directamente con el Directorio y la Gerencia General me hizo aprender muchísimo pero también me hizo pagar derecho de piso. Yo, una eterna defectuosa perfeccionista y fiel creyente de que si pones la debida atención y concentración no deberías cometer errores, he perdido la cuenta de las veces que me equivoque, las veces que no pude con algo, las veces que me hicieron llorar por mi inexperiencia, las veces que quise tirar la toalla y mandar todo al diablo. El solo hecho de tratar con diferentes personalidades me hizo crecer, madurar y romper la burbuja en la que había crecido creyendo que gran parte de mundo es color rosa. Sin embargo, no todo fue estrés y arduo trabajo, ahí conocí a una buena compañera de trabajo que me mostró aquellas "tácticas de guerra" que todo profesional debe guardar bajo la manga y saber usarlas en las ocasiones estrictamente necesarias. Muchos de sus consejos aún no los puedo aplicar sin miedo a tener fallas en la respuesta.
Y bueno, aquella aventura duro casi tres años con sus altos y bajos, alegrías y angustias, y entonces decidí que era momento de volar y descubrir nuevos cielos. Ahora soy parte del equipo de una industria mexicana, una empresa a la cual he sabido adoptar con mucho cariño porque me ha mostrado otra realidad, otra cultura y otra forma de trabajo. Aquí hice amigos y compañeros muy buenos que han sabido tratarme con cariño y respeto y que hacen que los días de trabajo siempre tengan su lado divertido. Hoy por hoy vuelvo a tener la oportunidad de trabajar directamente con las cabezas de esta empresa, además de relacionarme con otros grupos de trabajo en México y otras ciudades de ese país. Verdaderamente puedo decir que soy feliz desenvolviéndome aquí y que con el pasar de los años, la experiencia y la confianza que esta empresa me brinda ya no tengo miedo de expresar mis ideas y opiniones, y es que... "Todo pasa por algo".
FIN.
De izquierda a derecha o de arriba abajo: Santiago de Surco, La Casa de la Moneda, Miraflores y yo en mi primer trabajo.
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